Despeñadero
La imaginación me traiciona nuevamente
y parezco en el acantilado de Punta de Tralca,
con una cruz blanca, que se baña en el rompeolas.
Una figura parecida a mí se regocija en el peligro;
aparentando ser un desconocido del océano y de dios;
se delata como un sonámbulo aparatoso, un masoquista.
Pero las cosas siguen su curso natural,
el despeñadero aprisiona hasta a las gaviotas.
Como un descreído, maldice las rocas y las algas
y se precipita corazón adentro, sin previo aviso.
Sucumbe en su propio archipiélago de anécdotas,
en su historia que no da para tanto:
Agradecido de los hombres y del cielo,
termina por no juzgar a nadie.
y parezco en el acantilado de Punta de Tralca,
con una cruz blanca, que se baña en el rompeolas.
Una figura parecida a mí se regocija en el peligro;
aparentando ser un desconocido del océano y de dios;
se delata como un sonámbulo aparatoso, un masoquista.
Pero las cosas siguen su curso natural,
el despeñadero aprisiona hasta a las gaviotas.
Como un descreído, maldice las rocas y las algas
y se precipita corazón adentro, sin previo aviso.
Sucumbe en su propio archipiélago de anécdotas,
en su historia que no da para tanto:
Agradecido de los hombres y del cielo,
termina por no juzgar a nadie.
2 Comments:
Es una buena reflexion...
Aquel que termina por no juzgar a nadie, sin embargo, ya se ha juzgado a sí mismo desde un principio. No sé si se ha condenado o se ha declarado inocente, por sonambulismo.
Abrazo,
A
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